junio 26, 2025

Inauguración de la exposición escultórica “Sebastián en San Lázaro”, en el Palacio Legislativo de San Lázaro

0
IMG-20250415-WA0032

Muy buenos días a todos y a todas. A los diputados que nos acompañan, a la vicepresidenta Kenia López, al vocero del grupo parlamentario, a Bernardo Noval, al secretario general, Mauricio Farah.

Quiero decirles de manera muy emocionado que me alegra que esté aquí el maestro y amigo Enrique, mejor conocido por Sebastián. Bienvenido maestro, bienvenido.

Bienvenida maestra Gabriela Hernández Laris, compañera de vida y creación de una extraordinaria familia, aquí nos acompañan sus hijos y también sus nietas, dos de las tres nietas. 

No deja de maravillarme que desde los rincones más apartados de nuestro país hayan surgido algunas de las mentes más universales que México ha dado. Camargo, Chihuahua, por ejemplo, —con sus paisajes áridos y vastos —, ha sido cuna de dos grandes voces del arte mexicano: David Alfaro Siqueiros y Enrique Carbajal, cuya obra de él, de esta figura, hoy nos reúne.

Separados por medio siglo, Siqueiros y Enrique, supieron mirar al país no como un tema, sino como una materia viva. Comprendieron que el arte no puede desligarse de la historia ni de la potencia del México prehispánico. Y ambos transmitieron el espacio público en el territorio de identidad, de resistencia y de posibilidad estética.

Hoy esa misma visión monumental que nació en el norte de México llega a San Lázaro, no solo como exposición, sino como acto de afirmación: el arte como la política, se inscribe en el tiempo y en el espacio para construir memoria, pero, sobre todo, para imaginar futuro.

Por ello, me complace profundamente que hoy nos convoque la obra de un hombre verdaderamente excepcional: Sebastián.

Como saben ustedes, Enrique Carbajal no adoptó ese nombre por vanidad ni por capricho, fue en la Academia de San Carlos —la más antigua escuela de arte en América— donde un profesor, al verlo abstraído, le lanzó una frase que marcaría su destino: “Te pareces al San Sebastián de Botticelli.”

Recupero esta conocida anécdota porque es muy notable que, años después, esa misma historia diera un giro inesperado. No hace mucho tiempo nuestro anfitrión ahora, nuestro amigo, Sebastián, fue aceptado como miembro honorario de la Academia de Bellas Artes de Florencia, ciudad natal del mismísimo Botticelli. No negamos que es una curiosidad elocuente, el escultor mexicano que tomó su nombre de San Sebastián Florentino, es ahora honrado en la misma ciudad que inspiró su seudónimo.

Y sí, ese es un reconocimiento entre muchos. Sebastián ha sido premiado en México, en Francia, en Corea, en Japón y ha recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes, la Medalla Bellas Artes, y ha sido miembro activo de la Academia de Artes.

Pocas trayectorias artísticas en México han estado tan marcadas por una mirada abierta al mundo como la de Sebastián. Su formación no fue insular, fue generosa, rigurosa, universalista. Desde muy joven, quiso dialogar con las formas que desbordaron su época. Miró a los grandes escultores modernos, a quienes, con una sola línea o un volumen, habían transformado la percepción de lo humano y lo monumental, entre ellos el gran Henry Moore ocupó un lugar central, estudió su obra con atención y con respeto, como se estudia a quien ha elevado el oficio a forma de pensamiento.

Pero lo que importa decir ahora, aunque su mirada recorrió el mundo, su verdadera raíz no estaba allá afuera, sino aquí, en México, en esa dimensión profunda de lo prehispánico que no es cita arqueológica, sino lenguaje estructural.

Sebastián encontró en nuestras formas originarias no un motivo decorativo, sino una clave de construcción simbólica y así lo dijo, con la sencillez de quien no busca fórmulas, sino verdad: “En lugar de ver más allá de la frontera, un artista lo primero que tiene que hacer es beber de su raíz, de su esencia, de su cultura.” Y así lo hizo.

Algunas obras de las que ahora veremos, el Guerrero Chimalli de Chimalhuacán, el Coyote en Ayuno de Nezahualcóyotl, o el Águila Bicentenario o la Equis de Ciudad Juárez, o el Caballito, en varias partes del país, no son homenajes arqueológicos, son culturas vivas, son relecturas de una estética que no fue destruida por la modernidad, sino que fue integrada y elevada.

Sebastián no exalta la raíz como adorno, sino como fundamento. Y eso es precisamente lo que ahora veremos en dos meses en la exposición que será abierta al público aquí en San Lázaro.

Es claro que la escultura de Sebastián nunca pasará, no se oculta tras muros, ni se resguarda en vitrinas, su lugar es la calle, la explanada, la glorieta, el cruce de caminos y de avenidas, el espacio público es su soporte natural porque también es el interlocutor más genuino: la ciudadanía.

Ahí radica una de las dimensiones más poderosas de su obra: su carácter democrático. Porque sus esculturas están hechas para ser vistas por todos, basta con caminar, con mirar, con detenerse y entonces algo ocurre, la escala nos interpela, la forma nos descoloca, el símbolo nos convoca.

Él mismo lo ha dicho con claridad y yo coincido: “La escultura monumental es democrática. Es para los ricos y los pobres”, para los políticos y los que no lo son, para los ciudadanos libres. Por eso tiene tanto sentido que hoy esté aquí, en San Lázaro. Este recinto no es solamente la sede del Poder Legislativo, es un espacio de lo público en su máxima expresión, aquí se debate el presente y el futuro del país.

Y aquí, gracias a esta exposición, también se alza el arte como forma de expresión ciudadanía, como expresión compartida, como geometría del encuentro.

Cuando una escultura se instala en una plaza, en un cruce, en un edificio público, no sólo se incorpora al paisaje, se convierte en parte del imaginario colectivo. Así lo hace hoy en San Lázaro.

También su obra es un recordatorio de que la política y el arte no están tan lejos como a veces creemos. Ambos trabajan con la forma, la forma de la ley, la forma del acuerdo, la forma de la vida en común; ambos implican imaginación, responsabilidad y visión, y ambos cuando se hacen con verdad dejan huella.

Agradezco profundamente al maestro que hoy esté aquí con nosotros, que hoy nos exponga su obra en los distintos espacios de San Lázaro.

Felicito a Bernardo, a todo su equipo por haber hecho posible esta magnifica presentación y exposición del maestro Sebastián

Enhorabuena, maestro, con su familia, sus conocidos y amigos deben de sentirse muy orgullosos de tenerlo cerca. Enhorabuena.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *